España es el único país en el cual se toman decisiones después de beber una botella de orujo. Solo así se puede explicar la pésima trayectoria que llevan los Comités y demás organismos del fútbol español en los últimos años.
Pepe, por agredir a Casquero y golpear a Albín, ha sido sancionado con diez partidos. Un hombre que sentía cómo se le escapaba la Liga, sufrió un ataque de locura y lanzó patadas al aire (si hubiera querido pisar la cabeza de Casquero, lo habría hecho sin problemas).
¿Cuál ha sido la conclusión de todo ello? Diez encuentros de sanción y un golpe anímico tremendo para el jugador. Otra vez, la Liga en los despachos.
El central luso ha sufrido una persecución brutal por parte de los medios de comunicacíón, especialmente los catalanes, que no abrieron la boca cuando el Barça debió ser expulsado de la Copa del Rey o cuando la afición culé tiró una botella de J&B y una cabeza de cochinillo a Luis Figo. Esto no mereció sanción con poder ejecutivo.
¿Qué pasa con todo esto? ¿Nos hemos olvidado ya? Muchos dicen que Casquero podría estar en la UCI si Pepe le hubiera pateado la cabeza. ¿Qué habría pasado si a Figo le dejan inconsciente con una botella de cristal? ¿Se castiga sólo la diana?
¿Cuándo se cierra el Camp Nou? Otros campos, como el Pizjuán o el Ruiz de Lopera, sí han sido cerrados por barbaridades similares. ¿Cuándo se le cayó la venda a la Justicia?
El Barcelona nunca sufre sanciones ejemplares. Es el único equipo que se 'borra' de una competición y no pasa nada. Deberíamos tomar ejemplo de Italia, en donde el primero en caer ha sido la Juve, un grande.
Sin embargo aquí, en nuestra bendita tierra, aún se pagan favores electorales. Todavía estamos sujetos a 'villaratos', mientras en la plaza mayor del pueblo, cuelga la cabeza de Pepe, chivo expiatorio de nuestras miserias pasadas